La lucha de Villa Salia

Villa Salia era propiedad del Instituto Nacional de Previsión (entonces así se llamaba la Seguridad Social), que la había usado como almacén de medicamentos. Estaba abandonada y llena de medicinas caducadas. En Egia no había locales para actividades y la gente se fijó en la villa vacía. Como no hicieron caso a las peticiones que se hicieron, en julio de 1.976 la gente del barrio, organizada, ocupó la villa y empezó a limpiarla, para darle alguna utilidad. Dos veces intervino la policía, echando a los que la ocuparon. Tapiaron la villa. Pasado un año, en julio de 1.977, se supo que el INP iba a vender la villa. Inmediatamente se convocó una asamblea de barrio y empezó la movida. Comisiones de la asamblea fueron a hablar con el INP y con el Ayuntamiento. La propuesta era clara: que el Ayuntamiento comprara la villa y la pusiera a disposición del barrio.

Manifestación que se dirigió al ayuntamiento el 24 de junio de 1977.

A partir del 14 de julio la actividad del barrio se dispara: asamblea y manifestación ese día; el día 15, concentración dentro del INP exigiendo que se paralizara la subasta; el 16, concentración ante el gobierno civil; el 19, Asamblea en Franciscanos. Nueva asamblea el día 22: la villa, a pesar de las promesas, había sido vendida a un particular. La gente se cabreó. El día 24, unas 500 personas se manifiestan ante el Ayuntamiento, exigiendo que se revocara la venta y la comprara el Ayuntamiento. El día 26, nueva manifestación al ayuntamiento. De Egia salimos unas 500 personas, pero en el camino encontramos la solidaridad de mucha gente de otros barrios. El asunto estaba en los medios de comunicación, era la comidilla de la ciudad. No nos querían dejar entrar en el Ayuntamiento, pero se entró por la fuerza y se ocupó el salón de plenos.

Pleno del ayuntamiento ocupado por el movimiento vecinal.

Al día siguiente, las radios decían que el INP había suspendido la subasta. La gente del barrio no se fiaba y de nuevo se fue al ayuntamiento en manifestación y se ocupó el salón de plenos. Allí, el alcalde en funciones, Florencio Muñoz Múgica (Otazu estaba fuera) firmó el compromiso de adquirir la villa y cederla al barrio.

El alcalde en funciones Florencio Muñoz Múgica firmando el acuerdo.

Documento firmado por el alcalde en funciones.

El Ayuntamiento cumplió lo acordado: compró la villa. Pero quedaba mucho trabajo. Varias comisiones de la asamblea del barrio comenzaron a trabajar, porque se quería una guardería en la villa. Se consiguió que el Ayuntamiento hiciera las obras para acondicionarla. Al cabo de un tiempo comenzó a funcionar la guardería… Pero no se consiguió lo que e pretendía: que la guardería fuera municipal. No teníamos medios económicos para mantener una guardería privada y, poco a poco, bajo la matrícula. Al cerrar la guardería, se consideró la posibilidad de utilizar Vila salía como centro para la euskaldunización. También se consiguió eso y AEK ha estado dando clases de euskara en la villa durante muchos años. Poco a poco la matrícula bajó y AEK tuvo que dejar la villa. Ya sabéis lo que hay ahora en villa Salia: un centro de educación permanente de adultos. De manera que, de un modo u otro, Villa Salia cumplió y sigue cumpliendo funciones sociales importantes en el barrio. Se pueden hacer muchas reflexiones, pero hay unas cuantas cosas que son claras:
  • La lucha de villa salía fue de todo el barrio; nadie puede atribuirse el éxito.
  • La organización fue asamblearia; todo el mundo podía opinar, discutir, proponer.
  • La lucha de villa Salia, como otras que se dieron en los años sucesivos, aglutinó a la gente del barrio.
  • Egia se convirtió en un modelo para muchos barrios, con personalidad, con conciencia de ser una comunidad.
Eran otros tiempos, sí, pero podemos aprender muchas cosas de la experiencia de la lucha de villa Salia.

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